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Corona de Sonetos Lunfardos – Nada quedó. Nada (página 2)



Partes: 1, 2

bien vale me zambulla en la
cocina.

Preparo un pucherito de
gallina;

regado con un buen vino
carlón.

Porque vas a venir, ¡me juego
entera!

No por mí, por la viola
arrabalera,

tu cumpa en la farra y la
pendencia.

Y si no fuera así,
¡qué vamo a ché!

Me iré a menos…callada
sufriré

un silencio de parla y
confidencia.

SONETO Nº 4.

Un silencio de parla y
confidencia

envolverá el bulín, como
hasta ahora.

No habrá día, ni noche,
ni habrá aurora

que no añore el calor de tu
presencia.

Tengo más que tranquila la
conciencia

porque soy una mina bien
señora.

Pensar que fui una grela
alternadora

y hoy pido encamotada tu
clemencia.

Cuando a veces chamuyo ante el
espejo,

solari como novia sin
cortejo

tratando de entender tu
indiferencia,

me consuela pensar que no fue
mía

ni tuya fue la falta. Fue que un
día

el berretín se impuso a la
conciencia.

SONETO Nº
5

El berretín se impuso a la
conciencia.

Nos amuró a los dos como
chingolos.

Nos creímos vivancos,
¡qué pipiolos!

Analfas vos y yo, sin
experiencia.

Sanateamos a gusto y sin
prudencia.

Nos batimos la real sin protocolos.

Y al final aquí estamos, los dos
solos,

con tu abandono yo, vos con mi
ausencia.

Hay veces, que te juro, me
pregunto

quién fue que dio manija en este
asunto

y embretó aquel tremendo
metejón.

Desde el fondo la bronca me
contesta

que fue el destino que, al perder la
apuesta,

marcó tu alejamiento y mi
bajón.

SONETO Nº 6.

Marcó tu alejamiento y mi
bajón

aquella noche de naipes y
reclamos.

No tuvimos cintura, nos
cabreamos

y nos fuimos de boca sin
razón.

Hoy lo evoco y no tuvo ton ni
son

el portazo y la injuria. Nos
amamos

y al calor de la bronca
difamamos

cuanto tuvo lo nuestro de
ilusión.

No sé si fue el cansancio de mil
lunas

o tal vez el embale, que fue
mucho.

Sólo sé que mis penas son
tan brunas

que invoco una nostálgica
canción.

Entrecierro los ojos y la
escucho:

en la vitrola Manzi, el ”
Milongón”.

SONETO Nº 7.

En la vitrola Manzi, el
“Milongón”,

ritmo de ayer volviendo del
pasado.

Tan lleno de recuerdos,
rezagado,

al evocar el tango
compadrón

con estilo de bute de
zanjón,

de arrabal y maxera
requintado,

del muchacho, zapato
charolado,

pisando las baldosas del
salón.

El fueye lastimero se
despliega,

luego sobre las gambas se
agazapa

y el compás dos por cuatro al
cuore llega

arropado de sombra y
somnolencia.

Sin quererlo, mistongo se me
escapa

un llanto gris sin ritmo ni
cadencia.

SONETO Nº
8

Un llanto gris sin ritmo ni
cadencia

mezcla de soledad y de
añoranza.

De soledad sin cura ni
esperanza;

de añoranza amurada con tu
ausencia.

Me lastima junar tu
indiferencia;

mucho más enfrentar tu
desconfianza.

No es por tirar la bronca, ni es
venganza

que hoy te bato la justa sin
clemencia.

Yo te di lo mejor, te hice el
aguante.

Fui buena, cariñosa,
tolerante;

banqué tu pobre vida sin un
mango.

Fue al divino
botón.¡¿Qué me ha
quedado?!

En un rincón del cuore,
amarrocado,

el recuerdo de días de
fandango.

SONETO Nº 9.

El recuerdo de días de
fandango

que pasaron tal cual pasa la
vida:

un firulete, un corte, una
corrida,

porque la vida, al fin, cabe en un
tango.

Éramos belinunes de alto
rango:

yo, una minita piola y
atrevida,

giluna, bocabierta y
presumida;

vos, un langa con pinta de
zanguango.

Cuando en noches de farra
bolichera,

sonaban en la viola
arrabalera

los acordes finales de un chan –
chán,

sentíamos el cuore aquí
en la gola,

abrazados los dos, senza
parola,

afilando al arrullo de un
gotán.

SONETO Nº 10.

Afilando al arrullo de un
gotán

soñábamos un mundo de
novela:

mundo de agua florida y
lentejuela;

mundo caté, charol y
tafetán.

Sombrero cajetiya de
galán

y sombrero castor de
damisela;

un fueye y un violín y una
vihuela

y el éxtasis de un faso en el
diván.

El sol abriendo cancha a un nuevo
día;

la vida que era sólo una
utopía

sujeta a lo genuino con
hilván.

El vértigo sutil de la
mentira

y el entorno falaz, que un día
se pira,

de bohemia, de vento y de
champán.

SONETO Nº
11

De bohemia, de vento y de
champán

fue aquel sueño del que nos
despertamos.

Con reproches, con quejas, con
reclamos

y un cortante hasta nunca en el
zaguán.

Te fuiste sin chistar, como
rufián,

y en esta soledad nos
embretamos.

Fuimos dos gilastrunes que
apostamos

a olvidarnos sin tregua y con
afán.

Y dejamos morir en el
pasado

como quien se abanica,
desangrado,

nuestra historia caliente igual que
un tango.

Se fumaron las horas del amor;

no quedó ni la huella ni el
calor

de vidas trajinadas entre el
fango.

SONETO Nº 12.

De vidas trajinadas entre el
fango,

testimonio fetén de nuestra
historia,

que le hizo la boleta a la
memoria

y se piantó ipso pucho, bien al
mango.

No hubo verso, ni cábula, ni
tango

que al girar incesante de la
noria,

lograra rescatar para la
gloria

nuestros días felices de
fandango.

Por eso, sin razón para
quererte,

y sin poder tampoco
hallar olvido,

prefiero presentarme ante la
muerte

y al tenerla, por fin, bien
amurada,

batirle que el destino me ha
vencido…

Hoy estoy ya fané y
abandonada.

SONETO Nº 13.

Hoy estoy ya fané y
abandonada

pensando que vivir es mi
condena;

haciendo rancho aparte con mi
pena

porque la vida es una
fantochada.

Y la felicidad una
fachada;

una simple y vulgar puesta en
escena;

un canto fayuteli de
sirena

que te atraviesa de una
puñalada.

Como el clown que vive la
agonía

de provocar la risa cada
día

sufriendo la sonora
bofetada,

me vi, por cachirula o no sé
qué

igual que aquel payaso y me
quedé,

sin fe, sin vos, sin mí, sin
sueños. Nada.

SONETO Nº
14

Sin fe, sin vos, sin mí, sin
sueños. Nada.

Ni una huella quedó del
metejón.

La viola que apoliya en el
rincón.

La poesía
que atorra encajonada.

El llanto que se escapa por la
almohada.

Un gotán melancólico y
llorón

corta el silencio. Por el
callejón

crepa comme-il-faut, una
carcajada.

La timba de la vida fue
fulera.

Nos repartió una mano, de
contrera,

que apostaba a matarnos sin
clemencia.

Por eso, entre recuerdos y
aflojadas,

entre reproches, broncas y
rodadas,

el bulín se quedó junando
ausencia.

 

 

Autora:

Prof. Delía E. Fernández
Cabo

Diagramación: Camila García
Hernández

Partes: 1, 2
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